viernes, 23 de noviembre de 2012

El filólogo tecnologizado

Antigua oficina móvil
Hasta hace tres o cuatro años en mis bolsillos no faltaba una libreta y un lapicero para poder tomar cualquier nota, apuntar una referencia bibliográfica, un dato, una idea sobre la marcha. A veces me servía de servilletas en cafeterías y bares.

Cada vez que comenzaba una investigación compraba un cuaderno que me serviría de diario de trabajo. En él tomaba las notas de las lecturas que hacía; apuntaba las referencias que debía de buscar; resúmenes de los artículos leídos; redactaba notas en las que argumentaba y razonaba acerca de lo dicho por uno u otro autor; redactaba pequeños borradores de cómo podría desarrollarse un idea, cómo rebatir un argumento; incorporaba notas y aclaraciones con post-it.
Viejo diario de investigación

Todo cambió el día que me decidí a comprar un smartphone. La tecnología informática no era una desconocida para mí, pero no había encontrado aún un cacharrito que pudiera satisfacer mis necesidades. A principios de los 90 me hice con un Atari Porfolio; era una maquinita interesante, pero, a pesar de su reducido tamaño, era pesada y abultaba demasiado para ser útil.

En el verano del 2006 me hice con una PDA de HP (Personal Digital Assistant) sin embargo, no estuvo a la altura de mis expectativas y necesidades. Tenía Wi-Fi y, por tanto, acceso a internet. Además incorporaba Word Mobile. Sin embargo, al tener que utilizar un puntero, la introducción de texto era una auténtica pesadilla. Tampoco tenía cámara, era una PDA; esta carencia la podía suplir con el móvil, pero la ínfima calidad de las fotos (VGA) no aconsejaba su empleo.

El iPhone y, para el caso cualquier smartphone Androide, han cambiado mi modo de investigar. Apenas consumo papel, pero para llegar a este punto he pasado muchas horas investigando las posibilidades que tiene cada una de las máquinas de las que dispongo. Recuerda que la informática y las TIC están aquí para quedarse; no debemos tenerles miedo, sino sacarles el mejor partido posible.

La experiencia me ha demostrado que lo mejor es un ecosistema que se comprenda bien, es decir, disponer de dispositivos que se puedan entender entre sí con facilidad. Yo me decidí por Apple, pero no hay nada que impida la combinación Windows - Androide - Apple, en el orden que se quiera. Todo es cuestión de conseguir que los aparatos logren sincronizarse entre sí.

Mi escritorio digital hoy
Otro objeto que ha desaparecido de mis bolsillos han sido las memorias USB. En la actualidad solo tengo una operativa para usarla en la fotocopiadora / escáner / impresora del Departamento cuando he de digitalizar un artículo o algo que he obtenido gracias al préstamo interbibliotecario (volveremos sobre este tema y cómo organizar la biblioteca de PDF). Hasta entonces era la única manera de sincronizar mis ordenadores, pero a un alto coste. No porque las memorias fueran caras, todo lo contrario, han ido bajando de precio. El alto coste al que me refiero era el tener claro cuál era la última versión de cada uno de los ficheros en los que estaba trabajado. Otra posibilidad era mandarme por correo electrónico los ficheros, pero era una solución peor aún, podía encontrarme con un buen montón de versiones y al más mínimo error podría hacer que un estadio anterior borrara el más moderno. Una auténtica pesadilla.

La clave del investigador (filólogo) tecnologizado está en la sincronización de todos los aparatos con los que trabaje, con independencia del fabricante y sistema operativo que tenga cada dispositivo. Para lograrlo hay varias utilidades gratuitas en la red que lo permiten.
En la nube

El más popular es Dropbox. De entrada regala 2 GB que se puede aumentar –gratis– consiguiendo que otras personas se den de alta (ya tengo casi 15 GB) y se puede utilizar con cualquier dirección de correo electrónico.

Dropbox es un servicio que permite almacenar ficheros en la nube y compartirlos, sincronizadamente, entre todos los dispositivos que el propietario de la cuenta tenga. La sutileza de este servicio (como de los que le han seguido) es que requiere que se instale una pequeña aplicación en cada uno de los dispositivos que se tenga (sobremesa, portátil, tablet, teléfono). Esa aplicación crea un directorio en cada uno de los aparatos y todos ellos contienen lo mismo. Si se borra en uno se borrará en todos, si se modifica en uno se modificará en los demás. Si no tenemos a mano ninguno de nuestros dispositivos privados, también puede accederse a la información allí almacenada desde cualquier ordenador público que tenga acceso a internet. Si estamos en un lugar en el que no tenemos acceso a internet (fuera de línea, off-line), podemos modificar nuestros ficheros y tan pronto como nos conectemos de nuevo a la red se actualizarán en la nube y en el momento que encendamos cualquiera de los otros dispositivos que tenemos dados de alta se sincronizarán y actualizarán.

No acaban ahí las posibilidades. Podemos crear carpetas para compartir material con otros usuarios. Dos de mis estudiantes de doctorado, una a caballo entre Barcelona y Munich, la otra entre Burgos y Valladolid, han creado una carpeta en DropBox en la que colocan los archivos que quieren compartir conmigo (previamente he aceptado compartir con ellas el material), con lo que tengo acceso a su trabajo en todo momento por lo que puedo leerlo, corregirlo y comentarlo a conveniencia y podemos intercambiar material sin necesidad del correo electrónico.

En los últimos meses han aparecido otros servicios. Google ha creado Google Driveregala de entrada 5GB pero hay que tener cuenta con Google. El sistema de Microsoft se llama SkyDrive; regala 7GB pero exige tener cuenta en Hotmail. Amazon también ha creado su espacio en la nube: Amazon Cloud Driveofrece 5GB, exige ser cliente, que es diferente de tener cuenta. Todos son multiplataforma, es decir, operan con varios sistemas operativos, aunque algunos tienen limitaciones (p. ej. Microsoft no funciona con Windows XP, ni con Linux; Google Drive tampoco funciona con Linux). El iCloud de Apple, aunque ofrece 5GB gratis, no lo recomiendo, es un sistema cerrado que solo funciona dentro de su ecosistema (yo lo uso para sincronizar mi agenda en todos mis aparatos Apple y para localizarlos en el caso de que los extravíe o me los roben, pero nada más).

Como puedes ver, es fácil tener el material accesible y controlado con facilidad se esté en donde se esté, es gratis (pero lee las condiciones de cada sitio). No es difícil instalar uno de estos sistemas ni mucho menos manejarlo.

martes, 20 de noviembre de 2012

Las TIC y los "de letras"

La gran mayoría de los de letras tenemos nuestros más y nuestros menos con la informática. Pensamos que nuestros estudios y modos de trabajo poco se pueden beneficiar de los recursos informáticos. Que eso es para los frikis de humanidades (digitales) y para los de ciencias.


Nada más lejos de la realidad. Los de arte y humanidades podemos aprovechar muchas cosas que tiene la informática y su gran desarrollo en la red. El problema es que en las facultades de los de letras no hay gran interés por la informática ni tampoco formación. Transigimos con el correo electrónico; vemos algunas ventajas en usar internet; no está mal Word, es una máquina de escribir bastante cómoda, aunque maldita sea cada vez que se traba y me hace perder el trabajo. Los más atrevidos manejan RefWorks (un gestor bibliográfico que se ha popularizado entre las bibliotecas universitarias españolas) y creen que es el rien ne va plus de la tecnología; otros no se han enterado, aún, de que el CD-ROM está dando sus última bocanadas (los netbooks y ahora los ordenadores de sobremesa ya no incorporan lectores de CD-DVD) y siguen recomendando bases de datos en CD (evidentemente bases de datos algo obsoletas ya) y no tardando mucho desaparecerán las memorias USB.

Los más jóvenes (por debajo de los 40) se han aventurado con los blogs (algunos magníficos y brillantes) y las redes sociales. Muchos se han hecho con un smartphone, pero lo utilizan como reproductor multimedia, centro de juegos, cámara fotográfica y para la mensajería instantánea (Whatsapp, Twitter) y tuitean o guasapean las ideas que oyen durante una conferencia, o lo que acaban de leer.

Lo que me propongo, con la ayuda de quien quiera colaborar, es crear un blog para ayudar a los de letras a sacar mejor partido de los ordenadores, las tabletas y los smartphones para sus trabajos académicos y de investigación y aprovechar al máximo las posibilidades de la red. Ahí fuera hay multitud de sitios e instrumentos que pueden facilitar la labor.